Enlazando siglos


Durante su aprendizaje en París Zipacná de León conoció y vio de cerca los bodegones fauvistas de principios del siglo XX y, a su manera, los interpretó muchas veces. Sin duda le impactó el colorido salvaje de los bodegones parisinos, cuyo color encendido y puro chocaba con el clima frío y nublado del invierno en la Ciudad de la Luz.

Yo elegí el bodegón sin nombre que se podría identificar como Frutas, cafetera y pescado, que juega con los elementos básicos tradicionales en los bodegones, pero donde el artista incluyó una fruta abundante en Guatemala y destacó la omnipresente jarilla de café hervido de los hogares populares guatemlatecos.


Zipacná se apropió del pescado como elemento desvanecido y como sombra, que alude al símbolo cristiano, a la magia y a la suerte en la lotería popular, pero escaso en la gastronomía local. El pescado es como la sombra inversa a la proyección natural de la luz de la cafetera que aparece levitando.

En la pintura, una presencia ocre domina el trasfondo de la jarrilla y frutero azules. Su autor tomó de lo extraño la imagen, pero inhibió el color encendido, apagó la temperatura de la cafetera, que hizo lucir fría o sin contenido, al igual que la fruta ausente de frescura. En esa mesa muerta, aparece el pescado como mancha. Apagó el brillo de los bodegones “fauves”, desdeñó su fuerza y vigor, como una contradicción en un país donde abunda el color.

Mi propósito fue restituir la luz primaveral a la interpretación de Zipacná. Me apropio de los elementos, pero transformo su significado. La cafetera se convierte en maceta aterrizada que evoca la exuberancia de la vegetación americana. Elimino la presencia de la fruta convirtiéndola en un desayuno simple de huevos. Acentúo la presencia del pescado fresco en primer plano, tal como llega al mercado cada mañana desde el puerto de San José. A la mesa fría de Zipacná he añadido la carpeta de los manteles populares de Guatemala, para evocar la sensación cotidiana del hogar común.

Si Zipacná actuó como espejo que refleja desde su experiencia el bodegón fauvista francés, yo actúo como segundo espejo que refleja, desde la actualidad nacional, la imagen un tanto fría del pintor guatemalteco. Mi bodegón es un reflejo de otro reflejo, y me apodero fotográficamente del entorno invasivo, desde mi tiempo y espacio, descomponiendo y transformando la pintura en la que me inspiro.

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